VERCORS,

VERCORS,Autores
 

Seudónimo del escritor francés Jean Bruller. 1902-1991. Nació y falleció en París. Ingeniero, dejó su profesión para dedicarse al dibujo y a la ilustración de libros. Ilustró, por ejemplo, la primera edición de Reventones y alambretes, de André MAUROIS. Durante la segunda Guerra Mundial luchó en la resistencia. Después siguió trabajando como ilustrador y en la dirección de una editorial que había fundado durante los años de la clandestinidad. A partir del minuto 10,30 este video habla sobre su vida y su obra como ilustrador.


El silencio del mar
Barcelona: Plaza & Janés, 1998; 90 pp.; col. Relatos; trad. de Cristina Peri Rossi; ISBN: 84-01-57058-1. Se contiene también en una nueva edición, titulada El silencio del mar y otros relatos clandestinos (Le Silence de la mer et autres récits), en Madrid: Cátedra, 2015; 227 pp.; col. Letras Universales; edición de Santiago R. Santerbás; ISBN: 978-84-376-3387-9. [Vista de esta edición en amazon.es]

En un pueblo de la Francia ocupada por los alemanes, Walter von Ebrenac, un oficial alemán, se aloja en una casa habitada por un anciano y su sobrina. Éstos no hablan al alemán que, sin embargo, con gran respeto, cada noche les va manifestando sus inquietudes y esperanzas: con ingenuidad de artista, piensa que de la guerra saldrá un beneficio, que la unión entre Alemania y Francia será fecunda… «Estoy contento de haber encontrado aquí a un anciano digno. Y a una muchacha silenciosa. Será necesario vencer ese silencio. Será necesario vencer el silencio de Francia. Eso me agrada». Pero llegará un momento en que von Ebrenac se dará cuenta de la falta de fundamento de sus esperanzas.



Este pequeño relato tuvo una gran resonancia política cuando se publicó: millares de copias circularon ocultamente, sin conocerse la identidad de su autor. La profesión de dibujante de Vercors se nota en su capacidad de visualizar en imágenes lo que cuenta, con sobriedad y fuerza contenida que transmite verdadera emoción. Según su autor, El silencio del mar intentó ser un testimonio sobre la posibilidad de resistir y luchar sin odio: «No puedo ofender a un hombre sin sufrir, así sea mi enemigo», asegura el anciano narrador. A la vez, quería denunciar la complicidad en la barbarie de quienes obedecen con ciega buena intención, sin cuestionarse la legitimidad de esa obediencia: después de un suceso que hace caer la venda de los ojos de von Ebrenac, éste vuelve mudo a su alojamiento y el viejo francés discurre cómo «en los silencios anteriores —como los animales del mar—, bajo la sosegada superficie de las aguas, yo escuchaba los murmullos de la vida de los sentimientos ocultos, de los deseos y pensamientos opuestos que luchan. Pero en éste, sólo había una dolorosa opresión…».

La edición crítica citada da pormenores de interés de la vida del autor, del contexto de su obra, y de la manera en que tomó forma y llegó a ser un éxito arrollador. En particular, es de interés hacer notar cómo el punto de partida fue completamente real: «durante la fase inicial de la ocupación, los miembros de la Wehrmacht habían recibido órdenes o instrucciones que disponían que su conducta debía ajustarse a la más absoluta corrección formal; abundan los testimonios de ciudadanos franceses no sospechosos de germanofilia que dan fe de esa actitud». El editor y prologuista menciona ejemplos de esos testimonios y de oficiales alemanes con esa disposición, entre los que destaca la de Ernst JÜNGER, y explica cómo, enseguida, la maquinaria hitleriana fue devorándolo todo.

En esa edición también figura un relato cortito titulado La desesperación ha muerto (Désespoir est mort), escrito también en 1942 y publicado después de El silencio del mar, que «anticipa cronológicamente los hechos históricos que sirven de trasfondo»: un grupo de oficiales del ejército francés derrotado por los alemanes al comienzo de la guerra, están alojados en un pueblo y su conducta y sus charlas revelan un gran pesimismo, pero un acontecimiento mínimo les hace cambiar.

 


5 febrero, 2006
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