DOSTOIEVSKI, Fiódor Mijailovich

DOSTOIEVSKI, Fiódor MijailovichAutores
 

Escritor ruso. 1821-1881. Nació en Moscú. Estudió y se licenció en la Escuela Militar de Ingenieros de San Petersburgo. Publicó su primer relato en 1846. En la Revolución de 1848 fue detenido y condenado a muerte pero en el último momento se le conmutó la pena y fue desterrado a Siberia, donde pasó cuatro años de trabajos forzados. A su regreso vuelve a publicar, y a partir de 1864, cuando termina El jugador y Crimen y castigo, escribe sus restantes grandes novelas: El idiota, Los demonios, El adolescente, Los hermanos Karamazóv, así como una importante miscelánea de textos publicada luego con el título Diario de un escritor. Falleció en San Petersburgo.


Crimen y castigo
Madrid: Anaya, 1991; 526 pp.; col. Tus libros; ilust. de Beatriz Ujados; trad. y notas de Isabel Vicente; apéndice de Constantino Bértolo; ISBN: 84-207-4146-9. Otra edición en Madrid: Alianza, 2012; 832 pp.; col. El Libro de bolsillo; trad. de Juan José López Morillas; ISBN: 978-8420665658. [Vista del libro en amazon.es]

El estudiante Rodion Raskólnikov asesina a una vieja usurera y a una hermana suya. A este suceso se suman: el contacto de Rodion con la familia del funcionario Marmeládov y con su hija Sonia; la llegada de su madre y de su hermana Dunia, comprometida en matrimonio con el miserable Luzhin y perseguida por el turbio Svidrigáilov; las conversaciones de Raskolnikov con el comisario Porfiri Petróvich; otras relaciones de amistad y vecindad de Raskólnikov, en especial con su amigo Razumijin, que acaba siendo el pretendiente de su hermana. Pero lo decisivo es el mundo interior del asesino, manifestado en largos soliloquios o en diálogos cruzados con unos y otros; y las reacciones, ante los hechos y ante sus justificaciones, de algunas personas que le rodean: su madre, su hermana Dunia y, sobre todo, Sonia.



Las grandes novelas del autor ruso están construidas escénicamente y avanzan de crisis en crisis pues, en ellas, «los verdaderos acontecimientos son los pensamientos, las ideas que originan, y que esas ideas-fuerza son las que soportan todo su mundo narrativo» (Constantino Bértolo). Aunque no sea la mejor, la más popular hoy es Crimen y castigo debido a sus elementos folletinesco-policiacos, aunque cambie los cánones del género y ya no se trate de averiguar quién cometió el crimen sino cómo será descubierto. Sin duda, para un lector joven puede no ser a veces fácil entrar en los largos soliloquios de Raskólnikov, o en los diálogos maratonianos que mantienen personajes cuyos cambios de nombres pueden confundir al lector poco atento. Pero compensa mucho, pues Dostoievski hace emerger en personajes humanos la imagen de algo que no es humano. En el caso de Crimen y castigo, esto es muy patente en una mujer como Sonia: en su capacidad de compasión del culpable como el verdadero desgraciado, en su modo de actuar y perdonar sin espíritu de rebeldía o de crítica, en su grandeza de corazón para compartir los destinos de los demás con entero olvido de sí misma… Dice Romano Guardini que Sonia es «la criatura más pura y mansa de las figuras femeninas de Dostoievski», un personaje que no intenta justificar sus pecados, que continúa viviendo convencida de su culpabilidad, que acepta la vida en su incomprensible confusión, y que ni se deja engañar con las teorías de Raskólnikov ni le deja a él engañarse a sí mismo: «¡Calle! ¡No se ría, blasfemo! Usted no entiende nada, ¡nada! ¡Dios santo! ¡No entiende nada, no; absolutamente nada!»

Resucitado por el amor

Crimen y castigo tiene un final positivo y, en su dureza, estimulante. Raskólnikov acaba comprendiendo el sentido de la purificación por el sufrimiento gracias al amor incondicional de Sonia. La escena cumbre del prodigioso epílogo es ésta:

«De pronto apareció Sonia junto a él. Se había acercado sin ruido y tomó asiento a su lado. El frío del amanecer no se había disipado aún. Sonia llevaba su pobre capita vieja y el mantón de paño verde. Su rostro, demacrado y más pálido, conservaba huellas de la reciente enfermedad. Le saludó con una sonrisa afable y gozosa, pero le alargó la mano tímidamente, como de costumbre.

Siempre le tendía la mano con timidez y a veces ni siquiera lo hacía, temerosa de que él la rechazara. Y es que él siempre tomaba su mano como con repugnancia, la acogía siempre aparentemente contrariado y, en ocasiones, guardaba un mutismo absoluto durante todo el tiempo que ella permanecía a su lado. Había veces que Sonia temblaba ante él y se marchaba hondamente dolida. Aquella mañana, sin embargo, sus manos permanecieron unidas. Raskólnikov le lanzó una mirada fugaz y clavó los ojos en tierra sin decir nada. Estaban solos. Nadie los veía. El vigilante miraba hacia otro lado en aquel momento.

Ni él mismo habría podido decir cómo ocurrió, pero sintió un arrebato que lo arrojó a los pies de Sonia. Lloraba, abrazado a sus rodillas. En el primer instante, la muchacha se asustó mucho y sus facciones se contrajeron. Se había levantado de un salto y lo miraba temblando. Pero también en ese mismo instante lo comprendió todo. Una dicha infinita brilló en sus ojos. Había comprendido, ya sin lugar a dudas, que la amaba, que la amaba infinitamente, y que ese momento anhelado había llegado al fin.

Habrían querido hablar, pero no podían. Tenían lágrimas en los ojos. Los dos estaban demacrados y flacos, pero en sus rostros enfermizos y pálidos resplandecía ya el amanecer de un futuro renovado, de la resurrección a una vida nueva. Los había resucitado el amor, y el corazón de cada uno era un manantial inagotable de vida para el corazón del otro».

El universo religioso de Dostoievski

Una obra que aclara de modo singularmente agudo el pensamiento del autor ruso es El universo religioso de Dostoievski, del autor alemán Romano Guardini. Fácil de seguir incluso sin haber leído antes a Dostoievski, en ella se dan a conocer sus claves profundas y, una vez leída, provoca el deseo de volver de nuevo a sus cinco grandes novelas. Guardini analiza las novelas «en línea recta como Crimen y Castigo y Los hermanos Karamazov»; El idiota, «un remolino que todo lo arrasa»; Los demonios, «toda una provincia de la existencia humana a merced de las fuerzas de la destrucción»; y El adolescente, donde «los acontecimientos se presentan ovillados en inextricable maraña, mas paulatinamente todo se va iluminando y desenredando». Guardini hace notar cómo los personajes de Dostoievski están determinados por fuerzas y elementos de orden religioso que condicionan sus decisiones. «En ambientes sombríos y oscuros, que podrían ser calificados de realismo fantástico, el novelista ruso sitúa personalidades humanas inestables y fluctuantes, a medias geniales, a medias patológicas. Al hacer nacer y resplandecer las ideas más profundas en personajes de dudoso valor moral, y dotarles de una grandeza más allá de lo humano para el bien y para el mal, es como si nos dijera que el hombre no es sólo un hombre… Son por tanto, obras que no se pueden juzgar sólo con actitudes de mera objetividad estética, pues es de gran importancia la significación simbólica».

La monumental biografía de Joseph Frank

Quien desee conocer más a Dostoievski, y de paso enfrentarse con un modélico trabajo de investigación histórico-literaria, debe acudir a la monumental biografía de Joseph Frank, uno de los grandes proyectos editoriales del siglo XX que ha ocupado a su autor varias décadas de trabajo. Al final de uno de los cinco volúmenes que la componen, Las semillas de la rebelión, Frank dirá que las grandes novelas del autor ruso «serán el resultado de la síntesis creativa entre los sucesos de su vida personal, los tumultuosos acontecimientos en la historia rusa durante los decenios de 1860-1869 y 1870-1879, y su evolución literaria, que culminará con el tratamiento del tema de la lucha entre el egoísmo y el amor». Muestra cómo sus personajes son encarnaciones de ideas y actitudes socioculturales y que a Dostoievski no le bastaba un realismo común y por eso busca un realismo fantástico que ilumine y penetre bajo la superficie cotidiana hasta llegar a las profundidades morales-espirituales de la personalidad humana.

Frank también indica que, por un lado, Dostoievski fusionó distintos estilos narrativos y géneros, en su mayor parte populares: novelas de realismo social, relatos góticos, folletines detectivescos, narraciones picarescas, vidas de santos, confesiones en vísperas de una ejecución… Pero, a la mezcla le añadió un ingrediente inventado, o reinventado, por él: la llamada novela dialógica o polifónica, un tipo de relato en el que no hay una conciencia central del autor y, por tanto, en el que no se apela ni a la verdad ni a la autoridad, sino únicamente a las voces y a los discursos que rivalizan entre sí. En relación a eso, J. M. Coetzee, en un comentario a uno de los libros de Frank, hace hincapié en que Dostoievski no elige tal modo de contar las cosas por motivos ideológicos o por cuestiones de técnica novelesca sino por razones de coraje intelectual e incluso espiritual. Así, dice Coetzee citando a Frank cuando se refiere a El idiota, «Dostoievski somete sin miedo sus convicciones personales más sagradas a la misma prueba que había utilizado con las de los nihilistas: a la prueba de qué significarían estas convicciones para la vida humana si se tomaran en serio, al pie de la letra, y se llevaran a su plena realización. Con una honestidad ejemplar, retrata el extremismo moral de su propio ideal escatológico, encarnado en el príncipe Mishkin, como si fuese igualmente incompatible con las exigencias de la vida social corriente, y constituyese un escándalo tan perturbador como la aparición del propio Cristo entre los respetables fariseos».

Hay referencias a otras obras del autor en distintas notas:
Los demonios. Ver: Puñado de sandios, El secreto.
El adolescente. Ver: Timidez e insolencia a un tiempo.
Diario de un escritor. Ver: El libro más grande, Timidez e insolencia a un tiempo, Reeducación de los padres, Padres responsables y razonables.
—Hay reseña de todas sus novelas y relatos en otro lugar de esta página. Toda esa información, mejorada y ampliada, la reuní en La discreción del bien, libro publicado por primera vez en amazon en febrero de 2013 que tuvo una segunda edición, mucho más completa, en diciembre de 2016.

Bibliografía:
—J. M. Coetzee. «Dostoievski, Los años milagrosos», en Costas extrañas: ensayos, 1986-1999 (Stranger Shores, 2001). Barcelona: Debate, 2004; 363 pp.; col. Referencias; trad. de Pedro Tena; ISBN: 84-8306-593-2.
—Joseph Frank. Dostoievski. Las semillas de la rebelión, 1821-1849 (Dostoevski. The Seeds of Revolt, 1976, y segunda corregida en 1977). México: Fondo de Cultura Económica, 1984; 486 pp.; col. Lengua y estudios literarios; trad. de Celia Haydée Paschero; ISBN: 9681617320.
—Joseph Frank. Dostoievski. Los años de prueba, 1850-1859 (Dostoevski. The Years of Ordeal, 1983). México: Fondo de Cultura Económica, 1986; 444 pp.; col. Lengua y estudios literarios; trad. de Jaime Retif del Moral; ISBN: 968-16-2448-3.
—Joseph Frank. Dostoievski: la secuela de la liberación, 1860-1865 (Dostoevski. The stir of liberation, 1986). México: Fondo de Cultura Económica, 1993; 480 pp.; col. Sección de lengua y estudios literarios; trad. de Juan José Utrilla; ISBN: 968-16-3531-0.
—Joseph Frank. Dostoievski. Los años milagrosos, 1865-1871 (Dostoevski. The Miraculous Years, 1995). México: Fondo de Cultura Económica, 1997; 575 pp.; col. Lengua y estudios literarios; trad. de Mónica Utrilla; ISBN: 968-16-5155-3.
—Joseph Frank. Dostoievski. El manto del profeta 1871-1881 (The Mantle of Prophet, 1871-1881, 2002). México: Fondo de Cultura Económica, 2010; 964 pp.; col. Lengua y estudios literarios; trad. de Juan José Utrilla; ISBN: 968-617-16-0209-1.
—Romano Guardini. El universo religioso de Dostoievski (Religiöse Gestalten in Dostojewskijs Werk). Buenos Aires: Emecé, 1954; 314 pp.; col. Grandes Ensayistas; no dice traductor; no conozco edición en España.
Luigi Pareyson. Dostoievski, filosofía, novela y experiencia religiosa (Dostoevskij: filosofia, romanzo ed esperienza religiosa, 1993). Madrid: Encuentro, 2008; 296 pp.; col. Ensayos; trad. de Constanza Giménez Salinas; ISBN 13: 978-84-7490-890-9.


7 febrero, 2006
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