PERRAULT, Charles

PERRAULT, CharlesAutores
 

Escritor francés. 1628-1703. Nació y falleció en París. Estudió Derecho. Fue académico y funcionario en la corte de Luis XIV como ayudante del primer ministro Colbert.


Cuentos de antaño
Madrid: Anaya, 1987, 5ª ed.; 208 pp.; col. Laurín; ilust. de Gustave DORÉ; trad. notas y apéndice de Joëlle Eyheramonno y Emilio Pascual; ISBN: 84-207-4374-7. Nueva edición, facsímil de la anterior, en 2016; ISBN: 978-8469827475. [Vista del libro en amazon.es]

Edición que contiene tres cuentos en verso —Grisélidis, Piel de Asno, Los deseos ridículos— y ocho cuentos en prosa La Bella durmiente, Caperucita Roja, Barba Azul, El Gato con Botas, Las Hadas, Cenicienta, Riquete el del copete, Pulgarcito—.


Caperucita Roja
A Caperucita la manda su madre junto a su abuela con una torta y un tarrito de mantequilla. Cuando encuentra un lobo en el bosque, Caperucita le dice dónde va. Entonces el lobo se adelanta y se come a la abuela. Y cuando llega Caperucita también se la come.
La Bella durmiente del bosque
En la primera parte un hada despechada echa una maldición sobre una princesa recién nacida: si se pincha con un huso morirá; otra hada lo arregla un poco: no morirá sino que caerá en un profundo sueño. A pesar de las precauciones, cuando cumple quince años se pincha y se queda dormida. Es recluida entonces en un palacio en medio del bosque y, para que no le falte nada cuando despierte, el hada duerme también a toda la servidumbre. Pasados cien años, un príncipe la encuentra, la besa y deshace el hechizo. En la segunda parte ambos se casan ocultamente por miedo a la madre del príncipe, una ogresa. Tienen dos hijos: Aurora y Día. Cuando el príncipe por fin es rey introduce por fin a su esposa en palacio. Aprovechando un viaje del rey la ogra trama un plan para comerse a los niños y a la reina, pero el mayordomo la engaña y, cuando el rey vuelve, su madre muere.
Cenicienta o el zapatito de cristal
Un hombre con una hija de «dulzura y bondad sin igual» se casa en segundas nupcias con una mujer que tiene dos hijas. Las tres nuevas mujeres de la casa maltratan a la primera, encargándole las tareas peores, obligándola a dormir en un desván y a sentarse en un rincón de la chimenea junto a las cenizas, de ahí su nombre. Cuando el hijo del Rey da un baile y a ella no la dejan ir, un encantamiento que hará su Madrina lo hará posible: la condición será que antes de que suenen las doce campanadas esté de vuelta en casa. Ya en la fiesta el príncipe quedará prendado de la belleza de Cenicienta, que huye antes de las doce. Esto se repetirá una segunda vez pero, en esta ocasión, en la huida se dejará el zapato de cristal, que servirá para que termine bien la posterior búsqueda del príncipe.
El Gato con Botas o Maese Gato
Cuando fallece, un molinero deja en herencia a sus tres hijos un molino, un asno y un gato. Cuando el menor se lamenta de su suerte, el gato le dice que no se preocupe: «Dadme un saco y hacerme un par de Botas para ir a los zarzales». El gato se las arregla para ir cazando distintas piezas que va regalando sucesivamente al rey de parte de su señor, el marqués de Carabás. Más adelante consigue también engañar a un ogro y arrebatarle su castillo y sus posesiones, que sirven para que su joven amo pueda casarse con la princesa.
Pulgarcito
Unos pobrísimos leñadores abandonan a sus hijos en el bosque. El pequeño Pulgarcito se da cuenta y lo arregla la primera vez echando piedrecitas en el camino para saber volver. Pero la segunda echa migas de pan y, cuando quieren regresar, se las han comido los pájaros. Acaban llegando a casa de un ogro que se los quiere comer pero, con la complicidad de la mujer del ogro, Pulgarcito no sólo lo evita sino que además consigue que el ogro se coma a sus propias hijas. Luego le quita unas botas de siete leguas, que le sirven para huir y para matar al ogro y hacerse rico.
Barba Azul
Relato centrado en las malas consecuencias de la curiosidad de una mujer que desobedece la prohibición de su marido y, en su ausencia, usa la llavecita encantada que le había prohibido usar.
Las Hadas
Entre dos hermanas, una buena y otra mala, esta última es, asombrosamente, la preferida de su madre; pero las hadas conceden a la buena que derrame perlas y diamantes cada vez que hable, mientras que a la mala víboras y sapos.
Riquete
El feo y jorobado hijo de un rey tiene sin embargo el don de conceder inteligencia a otros; en el reino vecino una princesa guapa puede volver hermoso a quien le guste; el feo y la guapa acaban enamorándose y concediéndose mutuamente sus propias cualidades: «Hay quien asegura que no intervinieron para nada los encantamientos del Hada, sino que sólo el amor realizó aquella Metamorfosis».

Perrault es el más insigne predecesor del cuento de hadas, después de LAS MIL Y UNA NOCHES. De algunos cuentos de su recopilación ya figuraban versiones en obras anteriores: BASILE, en El cuento de los cuentos, de varias décadas antes, incluía relatos como los de La Bella Durmiente, El Gato con Botas, Cenicienta, Las Hadas… De otros se supone que se basó en narraciones que pudieron llegarle oralmente pues de Caperucita, Pulgarcito, Barba Azul, no hay constancia de que hubieran sido escritos antes.

Es también el primer autor de cuentos que reconoció un mundo peculiar a los niños y que, al contrario que Basile, escribió para ellos. Su lenguaje es directo y vigoroso, emplea brillantes hipérboles pero no embellece los cuentos: en ellos todo sucede con sencillez. Evita toda pedantería, elude los sermones y el tono engolado con que algunos adultos se dirigen a los niños. Y, aunque su objetivo es divertir, al final de cada uno incluye moralejas explícitas, unas directas y otras irónicas. No tendrá, sin embargo, el concepto de la inocencia de la infancia de algunos autores ingleses de casi un siglo después. De hecho, a veces entre líneas y a veces de modo explícito, se perciben toques de humor satírico y socarrón que incluso socavan sus mensajes, pues el lector aprecia que su autor parece no creer en que de la bondad salgan resultados felices.

Los cuentos en verso, Grisélidis, Piel de Asno y Los deseos ridículos, además de que no son para un público infantil, son más flojos en su composición que los cuentos en prosa. De estos, los más populares son los de Caperucita, La Bella durmiente y Cenicienta, aunque también han hecho fortuna sus pícaros El Gato con Botas y Pulgarcito. Los otros cuentos en prosa, Barba Azul, Las Hadas y Riquete, no son tan populares como los demás quizá debido a que otros cuentos posteriores con el mismo núcleo han llegado mejor al corazón del público.


14 noviembre, 2006
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