KEYES, Daniel

KEYES, DanielAutores
 

Escritor norteamericano. 1927-2014. Nació en Nueva York. Fue marino mercante. Cuando lo dejó, estudió Psicología. Luego trabajó como redactor de una revista de ciencia-ficción, estudió Literatura y fue profesor de inglés. Autor de varias novelas y libros-reportaje. Falleció en Florida.


Flores para Algernon
Barcelona: Acervo, 1982; 297 pp.; trad. de Domingo Santos; ISBN: 84-7002-177-X. Nueva edición en Madrid: SM, 2006; 208 pp.; trad. de Paz Barroso; ISBN: 9788467511468. Nueva edición en Madrid: Alamut, 2019; 264 pp.; col. Alamut Serie Fantástica; trad. de Pedro Domingo Mutiñó; ISBN: 978-8498891157. [Vista del libro en amazon.es]
Existe una edición más breve del relato, la primera que Keyes redactó, que se ciñe a lo esencial, editada en Madrid: SM, 2008, 3ª ed.; 91 pp.; ilust. de Etienne DELESSERT; col. El Barco de Vapor, serie oro; trad. de Paz Barroso; ISBN: 978-84-675-0348-7.

Charlie Gordon, un chico con minusvalía psíquica, bondadoso y con grandes deseos de aprender, es sometido a unas pruebas para desarrollar su inteligencia, cuya eficacia se ha probado ya en Algernon, una rata de laboratorio. El tratamiento tiene éxito y Charlie alcanza en pocos meses una inteligencia cumbre. Pero esto le permite a él mismo descubrir que su nueva condición no es permanente y que sufrirá una caída ya definitiva en su estado anterior.



Flores para Algernon parece ser la mejor de las novelas de ciencia-ficción con este tema del incremento artificial de la inteligencia. Planteada y conducida con habilidad, la historia se cuenta mediante los informes de progresos que Charlie mismo escribe o dicta a petición de quienes le tratan. De los primeros, poco hilados y con faltas de ortografía y redacción, a los centrales, brillantes y perfectos, y a los finales, cada vez con más errores.

Todo el relato es una llamada de atención sobre la insuficiencia del coeficiente intelectual para medir a las personas. Según aumenta su capacidad intelectual, el mundo interior de Charlie evoluciona: «Me irrito ante el pensamiento de que la gente se ha reído siempre de mí y se han burlado de mí. Cuando me haya vuelto tan inteligente como el profesor Nemur, con un C.I. que será más del doble del C.I. de 70 que es el mío, quizá entonces la gente me quiera y sean amigos míos». Pero, contrariamente a lo que pensaba, Charlie verá que su desarrollo intelectual subraya las ineptitudes de los otros y, por tanto, ahonda las diferencias con quienes conocía y quería. Y cuando reflexiona sobre qué es el C.I., señala que «no he querido decir nada pero no acabo de ver, si ellos (los médicos) no saben “qué” es ni “dónde” está, cómo pueden saber “cuánto” tiene uno».

La edición breve del relato se ciñe más a lo esencial y no acentúa tanto como la versión larga los comportamientos más agresivos o los episodios de despertar sexual de Charlie, aunque tampoco en esta segunda se describen con excesivos pormenores.

¡Soy una persona!

Tal vez lo más interesante de Flores para Algernon es su modo de subrayar la consideración que merecen todos los seres humanos. En un momento dado, cuando charla con el profesor Nemur, y éste le dice que no tiene que sentirse culpable, Charlie responde:

«—Pero yo no soy un objeto inanimado —arguí—. Soy una “persona”.

Por un momento (Nemur) pareció azarado, y luego se rió.

—Claro que sí, Charlie. Pero no hablaba de ahora. Hablaba de antes de la operación.

Satisfecho de sí mismo, orgulloso… sentí deseos de golpearle.

—Era una persona antes de la operación, por si acaso lo ha olvidado…».

Cuando Charlie pasa por estadios de suspicacia y de cólera, la novela grita con la misma fuerza con que a él le gustaría gritar: «¡Soy un ser humano, una persona, con padres y recuerdos y una historia, y lo era antes de que vosotros me metierais en esa sala de operaciones!»


19 septiembre, 2008
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