QUINO,

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Seudónimo del humorista gráfico argentino Joaquín Salvador Lavado. 1932-. Nació en Mendoza. Hijo de inmigrantes españoles, abandonó la carrera de Bellas Artes para dedicarse al dibujo humorístico. Su fama llegó con Mafalda, personaje ideado para una campaña publicitaria de una marca de electrodomésticos de nombre Mansfield, que nunca se llegó a realizar.


MAFALDA
Todas sus tiras están publicadas en Todo Mafalda. Barcelona: Lumen, 2001, 5ª impr.; 612 pp.; ISBN: 84-264-4573-X.

Mafalda es una chica cabezona y sentenciosa, que tiene seis años cuando empieza su vida en la prensa, odia la sopa y adora a los Beatles. Su padre trabaja como corredor de seguros. Su madre, Raquel, es una sufrida ama de casa. Guille es el hermanito de Mafalda, que nace al poco tiempo de comenzar la serie y crece hasta ser capaz de replicar a sus padres y su hermana.

Los amigos de Mafalda son: Manolito Goreiro, hijo de inmigrantes, sólo pendiente del dinero y de las ventajas materiales, cuyo padre es el único que habla sin acento argentino; Susanita Sirusi, una chica obsesionada con el matrimonio; Miguelito Pitti, de ascendencia italiana, candoroso y egoísta; Felipe, soñador y perezoso; Libertad, bajita y con complejo de bajita, de padres jóvenes e intelectuales.



Si en Peanuts SCHULZ reflejó el ambiente social próspero de la clase media estadounidense, Quino pintó una familia de clase media trabajadora alrededor de Mafalda. A través de los sucesos de la vida cotidiana de la familia y amigos de Mafalda, representantes y testigos de un ambiente y una época, muestra la vida de quienes viven con apuros económicos. Con una visión tan llena de agudeza irónica como de ternura y simpatía, Quino deja constancia de cosas que «no funcionan» en las vidas personales y en la organización social. Igual que Schulz, Quino compone distintas series, basadas cada una en el modo de ser de un personaje concreto, o en las relaciones entre amigos o entre hermanos. Pero Quino incluye tiras relativas al trato con los padres, y, sobre todo, a la situación del mundo, que Carlitos, «en la soledad de su montículo de béisbol» y en el centro del imperio, ignora casi por completo.

Quino publicó «strips» de Mafalda desde 1964 hasta 1974, fecha en que abandonó a su personaje, cansado de la tensión de tener que dibujar una tira diaria. Esta decisión ha contribuido a dar fuerza a sus personajes, al evitar tanto la banalidad que causa la repetición, como el agotamiento y la decepción del lector. Con la salvedad de las demasiado frecuentes vacaciones, al principio Quino conduce la serie con precisión cronológica, como se aprecia en el crecimiento de Guille, desde que nace hasta que habla perfectamente; en ese tiempo, las referencias de las edades de los demás también cambian, y Mafalda pasa de seis a ocho años. Pero después, al tiempo que los dibujos son más estilizados y ganan en expresividad, también los personajes se asientan y estabilizan.

Uno de los aciertos de Mafalda es que sus comentarios indican agudeza y profundidad, pero no dogmatiza, se percibe que se siente confusa sobre la vida, como así le ocurre a cualquiera tantas veces. Con sus réplicas o sus reflexiones, muestra que hay cosas que no le gustan y manifiesta el temor a su entrada en los engranajes de la vida adulta. Quino emplea un humor inteligente, que hace notar la inconsistencia real o el valor circunstancial de algunas elecciones ideológicas, por ejemplo, cuando Mafalda opina que «los reyes Magos son la monarquía más simpática que existe»; y que recurre a las bromas que se basan en las inversiones de papeles, como cuando señala que «la primavera es lo más publicitario que tiene la vida». Además, en el haber de Quino hay que apuntar lo que, para su época, supuso la ruptura de algunos estereotipos: hacer de una niña su protagonista, y cifrar su atractivo en un sano escepticismo hecho de sensatez e inteligencia.


12 agosto, 2010
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