El inicio de un juego fascinante

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E. H. Gombrich: «Recuerdo una escena estimulante en un museo norteamericano (…). Un grupo abigarrado de chiquillos se había sentado en el suelo y los pequeños se dedicaban a manchar papeles con tinta, animados por una afectuosa maestra. Ésta me explicó que los niños acababan de ver allí las pinturas chinas a base de tinta y que ahora se iniciaban en ese juego fascinante. Desde luego, no les censuro esta satisfacción. Sólo espero que llegará también un momento en el que la maestra les explicará que lo que ellos hacían era lo contrario de lo que hacían los maestros chinos, y que requería años de concentración, trabajo y habilidad el dominio de las reglas y refinamientos de la tradición china. Para exponer la cuestión con cierta pedantería, las pinturas chinas de la era Sung pueden ser clasificadas con cualquier aplicación de la tinta, pero es más útil catalogarlas junto con las más refinadas evocaciones de la naturaleza conseguidas por la creatividad humana». Esto también quiere decir que si «nos aproximamos a ellas con esta convicción, lo más probable es que les prestemos diferente atención»: nuestros conocimientos y nuestras disposiciones previas antes de ver una obra de arte condicionan mucho nuestra forma de mirarla.

E. H. Gombrich. «El museo: pasado, presente y futuro» (1975), Ideales e ídolos. Ensayos sobre los valores en la Historia y en el Arte (Ideals & Idols, 1979). Madrid: Debate, 2004, 2ª ed.; 224 pp.; trad. de Esteve Riambau i Saurí; ISBN: 84-8306-585-1.

 

15 julio, 2012
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