FOX, Paula

FOX, PaulaAutores
 

Escritora norteamericana. 1923-2017. Nació en Nueva York. Estudió en la Universidad de Columbia. Ejerció el periodismo y la enseñanza antes de dedicarse a escribir. Premio Andersen 1978. Falleció en Brooklyn.


La danza de los esclavos
Barcelona: Noguer, 2001, 4ª impr.; 154 pp.; ilust. de Juan Ramón ALONSO; col. Cuatro Vientos; trad. de Guillermo Solana; ISBN: 84-279-3198-0. Nueva edición en 2012; 176 pp.; ISBN: 978-84-279-0141-4. Hubo una edición española previa titulada ¡Que bailen los esclavos!

1840. Jessie Bollier, trece años, vive con su hermana y su madre, que trabaja como modista en Nueva Orleáns. Gana dinero tocando el pífano por las calles y los muelles. Le gusta curiosear en los mercados de esclavos. Un día es secuestrado y conducido al Moonlight, un barco negrero: el capitán piensa que si se hace bailar a los esclavos cada día, se mantendrán en mejor forma y subirá su valor en el mercado, y para eso le interesan Jessie y su pífano.


Un lugar aparte
Madrid: Alfaguara, 1986; 175 pp.; col. Juvenil Alfaguara; trad. de Héctor Silva; ISBN: 84-204-4088-4.

Victoria Finch es hija única. Tiene catorce años cuando muere su padre. Por motivos económicos, su madre decide que se trasladen a una ciudad pequeña. Allí se hace amiga de Hugh Todd, rico, inteligente, y al que todos rehuyen. También intima con Elisabeth Marx, que se convierte en su amiga y a quien no le gusta nada Hugh. Después de un verano vuelven al colegio. Y ahora Hugh dedica toda su atención a un chico nuevo, Tom Kyle. Entretanto, la madre de Victoria piensa en volver a casarse.


El gato tuerto
Barcelona: Noguer, 1998, 3ª ed.; 158 pp.; col. Cuatro Vientos; ilust. de Juan Ramón ALONSO; trad. de Guillermo Solana Alonso; ISBN: 84-279-3175-1.

1935. Ned es hijo de un pastor protestante. Su madre está inválida debido a una enfermedad incurable. Cuando cumple once años, su tío le regala una escopeta de aire comprimido. A su padre le disgusta el regalo, por lo que guarda la escopeta en el desván y dice a Ned que se olvide de usarla. Ned, sin embargo, sube al desván a escondidas por la noche, y luego sale al bosque con la escopeta y hace un disparo contra una sombra. Al regresar a casa se da cuenta de que alguien le ve desde la ventana. Poco más adelante descubre a un gato negro sin un ojo, quizá como consecuencia de un disparo. Los remordimientos llevan a Ned a cuidar al gato, pero no se atreve a comentar el asunto con sus padres.



La danza de los esclavos es una novela de aventuras basada en hechos reales: la travesía y naufragio del Moonlight, en el golfo de México, el 3 de junio de 1840. Paula Fox no se para en las motivaciones y las historias de los tripulantes —el camaleónico Ben Stout, el bruto irlandés Purvis…—, pero sí en el dibujo psicológico del protagonista principal. Están narrados con soltura y agilidad los sucesos y la vida cotidiana en el barco, punteados por las reflexiones introspectivas del narrador y por descripciones gráficas, como la del segundo del capitán, Spark, que «al hablar siseaba como un hierro al rojo metido en agua».

Las otras dos novelas narran historias habituales en la autora: vida cotidiana, chicos en medio de conflictos de crecimiento, con dificultades de relación con los demás descritas de modo convincente. Un lugar aparte es una novela de adolescente que descubre su propia personalidad e intenta discernir dónde está la verdadera amistad. En Un gato tuerto está bien analizado el sentimiento de culpabilidad que Ned siente y del que le cuesta liberarse por miedo a ser sincero con sus padres. Paula Fox apoya las soluciones que da en el sentido común y en un humanitarismo apoyado en los buenos sentimientos para el que Dios es inaccesible. En ambas novelas maneja un eficaz sentido del humor, basado en una ironía inteligente y en comparaciones óptimas. Así, Victoria cuenta que había momentos en que su madre le «preguntaba: “¿Qué te pasa, Tory?”, y yo respondía: “nada”. He ahí una palabra capaz de abarcar un extenso territorio de “algo”». O cuando su amiga Elisabeth le indica que «tu madre es un encanto», ella exclama: «¡Un encanto! ¿Y eso qué es? En todo caso, no es un encanto todo el tiempo». O cuando revisa una carta que escribe y, asombrada, dice, «conté treinta y dos “yoes”…».

A veces digo mentiras

La importancia de no edificar una vida sobre mentiras, ni pequeñas ni grandes se desarrolla en Un gato tuerto: Ned sufre intensamente el disgusto íntimo de no ser sincero y percibe que todo se desencadena después de aquella mentira inicial, tan pequeña, que le había dado «una vida nueva y extraña de la que nada sabían sus padres, y que debía seguir ocultándoles. Cada mentira que decía agrandaba el secreto y eso significaba nuevas mentiras. No sabía como detenerse».

Ned, angustiado y avergonzado cuando nota el orgullo que sus padres sienten por él, no se atreve a sincerarse con su padre, pues piensa que la distancia que les separa es excesiva: «Pasara lo que pasase, su padre siempre se afanaba por llegar a un entendimiento. […] Lo doloroso era que si bien Ned no siempre confiaba en su padre, éste siempre confiaba en él, y eso le parecía injusto, aunque no podía explicar por qué». Finalmente, la puerta de la sinceridad se abre un poco cuando su madre le confiesa: «“Yo no soy tan buena como tu padre. A veces digo mentiras”. […] El clavó sus ojos en ella, con el anhelo imposible de que se imaginara todo».


1 octubre, 2008
Imprimir

Comments are closed.